El Bravo Fest 2022: La luz al final del Tunel
La segunda edición del festival con éxito
Nota: Ricardo Bravo
En el centro de las emociones de la zona oriente del Estado de México, ahí donde no sabes si estás en Chicoloapan o Chimalhuacán, en un casi santuario para el movimiento grupero, el Rodeo Texcoco, a pesar de lo improbable que suena, tiene lugar el despertar de miles de almas alternativas de una larga pesadilla de casi dos años.
Un muy prolongado y escabroso túnel cuyo final nos sorprende con El Bravo Fest. 2022, una luz radiante, tórrida, como la de esos sueños recurrentes que hemos tenido durante todo este tiempo en el que volvemos a reunirnos con amigos para ir a un concierto. El eco de todas las euforias del mundo ante el inminente fin de la pandemia, una reunión de corazones palpitantes que se entregar al fragor de sus artistas favoritos con una comprensible ansia exacerbada, un sentimiento que también se percibe en muchos de los que están arriba del escenario, generando una sensación mágica, poderosa, irrepetible.
Nadie sabía si íbamos a volver a estar en un evento así, gozando en vivo de la música que tanto amamos. Cantina Calavera, los orgullosos ganadores del concurso En busca del más bravo, hecho para tener un representante de las bandas emergentes de la zona, fue el encargado de abrir desde el medio día una cita que realmente prometía. Su potente, energética y musicalmente pulcra actuación confirmó el enorme potencial de este combo ska-rock. Siguió The Shelter, cuyo rock alternativo en inglés no logró despegar.
Madame Ska apostó a la potencia del volumen para su propuesta que todavía no ofrece algo distintivo dentro del género. Entonces, apareció el rock alternativo de La Era Vulgar, banda que se agigantó, en su proceso de pasar de los foros a los festivales, con una presentación ecléctica y solvente que dejó en claro quiénes son y cuáles podrían ser sus alcances.
La Sonora Power Band siguió, cumpliendo cabalmente con su historia y actualidad dentro del ska nacional.
La leyenda callejera Sonido la Changa nos recordó en dónde estábamos parados. La tarde se iba haciendo profunda cuando llegó el turno para URSS Bajo El Árbol, quienes nos entregaron una dosis de su rock de atractiva singularidad en una más que convincente performance que ratifica que tienen el talento y la capacidad de sobra para seguir escalando posiciones en la escena alternativa nacional.
Raztlan , con un repertorio con acento ska, se mostró robusto y sólido, subiendo el termómetro del entusiasmo. A ellos siguió Baby Aventurero, quien pasó del TikTok a un gran escenario con la ayuda de algunos músicos amigos. Royal Club, un clásico del ska mex, nos regaló, comandado por Rafael Montoya y con Missael Oseguera, de Panteón Rococó, como refuerzo de lujo, una muy cálida actuación entregada y recibida con un cariño muy especial.
Salón Victoria, con lo que tiene, mantuvo el hervor a buen nivel. Luego, DHARIUS y MCDAVO, cada uno por su lado (y el segundo a pesar de algunas dificultades técnicas), validaron con su convocatoria y sus energéticas y bombásticas presentaciones, que la apuesta del rap que hizo el festival fue un éxito; como también lo fue, a juzgar por la entusiasta respuesta de la gente, sumar el rock indie, con reminiscencias de los grupos románticos setenteros, de Comisario Pantera.
En la recta final, apareció la mítica banda EL TRI, la cual ofreció una actuación con una fuerte carga nacionalista que incluyó, además de varios de sus propios himnos, el de nuestra patria. Siguió una muy emotiva y heterodoxa actuación de El Gran Silencio, ya sin acordeón pero con sección metales, la cual tiene una intrahistoria simbólica de esta época: la recuperación de Tony Cano de las garras del Covid y sus secuelas. El desenlace estuvo a cargo de Inspector, ese siempre entusiasta, profesional y diligente combo ska que exprimió las últimas reservas de entusiasmo de un público que se fue con una enorme y maravillosa sonrisa.
P.D. Los Daniels cancelaron por un desacuerdo con el horario que les asignaron.